- Te deseo lo mejor
-Entonces quédate conmigo

miércoles, 1 de octubre de 2014

❥ Levanta la cabeza y enseña los dientes.


Hoy vengo a hacer una promesa: Se acabó.

He pasado mi vida sintiéndome inferior a todos y siendo la persona más insegura sobre la corteza de la tierra. No me he valorado. No me he cuidado. Me he creído prescindible y nada necesaria, y tal vez fuera cierto o tal vez no, pero estoy cansada de llevar sobre los hombros un peso que yo misma me estoy echando a cuestas. No me he sentido bien conmigo misma desde hace tantos años que... bueno, ni siquiera recuerdo si alguna vez lo hice. Pero se acabó.

He decidido apretar los dientes y levantar la cabeza. Dejar de compararme con cada persona que se cruza por mi camino y pensar "es mejor que yo" o "nunca estaré a su altura", porque con el tiempo (y he necesitado mucho) me he dado cuenta de que no podemos compararnos porque no somos iguales, ni uno de nosotros. No hay nadie más guapo que nadie ni más inteligente ni mas importante, no hay nadie más nada que nadie ni menos porque cada uno somos único a nuestra jodida manera.

Ha llegado la hora de quitarme los miedos y sacar la sonrisa que llevo escondida dentro años. Me han repetido hasta la saciedad que debería sonreír más y yo siempre les he respondido que estaban locos. Nunca he encontrado nada por lo que hacerlo, pero ahora lo tengo. Me tengo a mí, y es suficiente.

He decidido dejar de necesitar a nadie y no permitir que nadie sea tampoco la razón de mi felicidad, porque lo que se consigue con esto es depender de algo que va a destruirte tarde o temprano, y no merece la pena. Lo único seguro para guardar la felicidad somos nosotros mismos, e incluso así ocurre que dejamos que se pierda.

Durante años he dejado que me pisaran. Tocada y hundida tantas veces que cuando volvía a pasar ya no dolía, porque no había dejado de hacerlo todavía. He sido demasiado buena en un mundo de hijos de puta, y eso me ha pasado factura. Me ha hecho más fuerte.

Yo antes solía poder con todo, me consideraba muchas cosas pero débil nunca fue una de ellas hasta que un día resultó ser lo único que podía llamarme. Débil. Cobarde. Demasiado frágil en un lugar donde llueven constantemente piedras sobre tu cabeza.
Ahora volveré a los comienzos. Aquellos tiempos en los que si me pisaban gritaba y no me quedaba en silencio, y si tenía que morder mordía, y si tenía que joder... era la que más jodía.

Es fácil marcarse metas y algo bastante más difícil cumplirlas, pero sin retos ¿Qué nos diferencia de los que se quedan quietos?

Voy a cambiar, y si con ello me destruyo... bendita destrucción.

Porque se acabó ser débil.

Y es que nuestro peor enemigo se esconde dentro del pecho y ataca desde dentro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario